¿HAY MOTIVOS PARA ESTAR NERVIOSOS?

Colaboración de nuestro amigo Paco Mira en este primer domingo de adviento. 

Cada año se nos invita a que adelantemos los preparativos externos de la Navidad. Ya en octubre, en plena ola de calor, en las estanterías de los supermercados se podían encontrar turrones y polvorones; en noviembre, la publicidad del black Friday es una llamada a comprar con antelación los regalos navideños. El objetivo es fomentar el consumismo y la excusa que se pone es que si esperamos a estar más cerca de la Navidad para hacer compras, quizá ya no encontremos el producto que buscamos porque se ha agotado o no lo servirán a tiempo.

Déjenme que empiece contándoles una pequeña historia:

«En una aldea vivía un zapatero remendón. Una vez, la víspera de Navidad, le aconteción algo muy extraño. ¿Fue un sueño o una realidad?. Mientras el zapatero recitaba sus oraciones de la mañana, oyó que un extraño le hablaba:

Pedro, he venido a decirte que Dios está contento contigo. El Señor Jesús te visitará hoy en tu taller». El zapatero estaba rebosante de alegría. Quitó el polvo, limpió y barrió su taller. Aunque disponía de poco dinero, preparó un estofado a fin de tener comida que ofrecer a su visitante. Luego se puso el mejor vestido y comenzó a trabajar mientras su corazón latía aceleradamente.

Una mujer de mala fama entró en el taller. Le atendió perfectamente, quería que le arreglara unos zapatos. Pedro estaba ansioso por si el Señor Jesús llegaba mientras él estaba con la señora. ¿qué dirá?. Ocultó la ansiedad y la atendió muy bien.

A solas de nuevo y a la espra del Señor, comenzó a imaginarse cómo sería verse cara a cara con el Señor. ¿qué cara tendría?. Sumido en estos pensamientos entró en el taller una madre con su hija. Era una familia pobre. Pedro tuvo compasión de aquella familia y le regaló unos zapatos a la pequeña. La niña se puso muy contenta.

De nuevo a solas, Pedro pensaba en su interior ¿será posible que hoy venga a visitarne el Señor Jesús?

Al finalizar el día, entró en el taller un borracho gritando y riendo.

Pedro, dame vodka. He bebido tanto vino que he perdido el gusto de él. Ven siéntate amigo. No tengo vodka, pero compartiré contigo lo que tengo. Tengo agua clara y una comida que he preparado hoy para un huésped especial. Siéntate conmigo y comeremos juntos.

Pedro y el borracho comieron juntos el estofado. Disfrutaron de su mutua compañía, cada uno a su manera. Pasó el tiempo. Llegó la medianoche. El ánimo de Pedro se hundió. Se sentía defraudado y contrariado. Jesús no había acudido. Se arrodilló para rezar las oraciones de la noche.

Señor, ¿por qué no has venido hoy?. ¡te he estado esperando todo el día con tanta impaciencia!.

Entonces escuchó una voz que le susurraba: «Pedro, he ido a tu casa, no una sola vez, sino muchas veces al día. En cada persona que se ha acercado a tu casa, era yo quien iba a tu casa». Aquella noche, Pedro se durmió con el corazón rebosante de alegría y de paz.»

El mensaje de este primer domingo en adviento es estar preparados. Los tiempos actuales son recios y oscuros en muchos de nosotros. La vida se desprecia y abarata, la violencia se desata de mil formas destructoras, la justicia y dignificación de los débiles tardan en consolidarse, los sueños más nobles parecen desvanecerse y afloran vientos fétidos de corrupciones, enfermedades virulentas, fundamentalismos intransigentes… sin embargo no estamos solos en este mar de aguas revueltas. El Señor es uno de los nuestros, ha compartido historia y destino con la humanidad, sigue entre nosotros. El es fuerza para seguir luchando, soñando y esforzándonos por un mundo mejor, por una humanidad más fraterna.

Hoy es adviento, una llamada a apostar a cada instante por el amor. Esforcémonos por hacerlo presente en los gritos de la desesperación, en la tristeza, en la congoja de la soledad, en el llanto ahogado. En los organismos internacionales, en donde la vida se desprecia.

Hoy es adviento, tenemos que estar atentos y en vela para que nos empeñemos  en la justicia y servicio amoroso a la vida; al fortalecimiento de los débiles, a la dignificación de los pisados y olvidados, a la lucha fuerte y sin bajar la guardia contra el mal en cualquiera de sus manifestaciones.

Vivir es esperar. Esperanza es la relación de confianza que establezco con el futuro. Esperamos un futuro mejor del que actualmente somos y tenemos. Cuando no se confía en el futuro comienzan a abrirse brechas de desesperanza, sino desesperación, lo cual comienza a ser más que problemático.

Estemos atentos, nerviosos y vigilantes como Pedro, el protagonista de nuestro cuento, porque él viene y está en medio de nosotros.

Hasta la próxima. Paco Mira

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