Ser discípulo de Cristo implica conflictos y sufrimiento , pero también aporta una gran recompensa. De eso tratan las lecturas de hoy. Una familia sunamita recibe como recompensa de su hospitalidad un hijo varón. La mayor de las recompensas, dice Pablo, es compartir la vida en plenitud que nos ha dado el Resucitado. Por su parte, el evangelio alude a una recompensa en dos direcciones: una, para los mensajeros del Evangelio a quienes les compete el honor de ser representantes de Cristo; otra, para quienes les acogen por ser discípulos, porque recibirán un premio en el cielo.
Las lecturas de hoy son diversas, pero con un pensamiento central. Nos dicen que Dios cuida de los suyos y bendice a los que ayudan. Somos injertados a formar parte del cuerpo del Cristo por el bautismo. El Evangelio nos presenta una exigencia que de primera instancia es chocante.
Este es el enlace de las lecturas de este día y el vídeo del evangelio.