Alguien me decía el otro día que la semana santa estaba perdiendo fuelle. Pues puede ser. Incluso, hasta no estaría mal del todo. Y digo esto, porque no estaría mal que nos diéramos cuenta de lo que perdemos por no cuidar lo que tenemos. La semana santa la tenemos, mientras la cuidemos, la mimemos, y la valoremos. Pero cuidar, mimar y valorar son verbos que tienen un significado, no son verbos que se conjugan por el folclore, la parafernalia, y aquello que atrae a la gente que pasa durante todo el año del tema.
Veía estos días, por ejemplo, cómo la gente se acercaba a recoger ramos de olivo. Gente que no comparte la fe en todo el año; gente que incluso si no le das un ramito te mira mal, te exige, te insulta, te pregunta que quien eres para eso, etc… ¡Hasta dónde han llegado, o hasta dónde hemos llegado!; veo como la gente se acerca a confesarse en los dos días propios del año, por aquello que la Iglesia siempre ha mantenido “confesarse, al menos, una vez al año”. Los judíos eran expertos en cumplir las normativas, veo que nosotros, en parte, también y no razonamos otras opciones más existenciales que pudieran llevarnos a vivir la fe de otra manera o de otra forma.
La fe nos impulsa o nos tiene que impulsar al servicio, a la diaconía. A ponernos en el lugar del otro. Cuando estalló la guerra de Ucrania, todo el mundo se echó las manos a la cabeza y es que es para ello, al menos por las imágenes que estamos viendo en los medios de comunicación social. Pero nadie se echó las manos a la cabeza cuando en el informe de caritas se nos habla que 300.000 canarios están en situación de exclusión social. Gente que está durmiendo literalmente en la calle, con cartones, gente que necesita los comedores sociales para poder seguir subsistiendo, no viviendo. Lavar los pies un jueves santo, significa acompañar, acoger, ponerse en el lugar del que no tiene nada. Pies con callos, sudorosos de los caminos polvorientos de la vida. Jesús nos invita a coger la jofaina y a atarnos la toalla a la cintura.
La cruz, no es el símbolo del masoquismo del sufrimiento como algunos quieren que nosotros pensemos; la cruz es la realidad misma de la vida: la soledad de quienes no tienen a nadie que les acompañe; el abandono de tantos y tantos ancianos y gente mayor que no tienen a nadie que quiera abandonarse con ellos para que la vida sea de otra manera; la soledad de quienes sufren en la cama de un hospital o de su casa y que no tienen a nadie que comparta con ellos una mirada de esperanza. La cruz de quienes no llegan a fin de mes; la cruz de quienes están metidos en un mundo sin salida. Sigue habiendo muchos crucificados en la vida, muchos a los que nosotros clavamos en la cruz y decimos que son los demás.
Pero todo lo anterior no tiene sentido, si no somos capaces de ver (como los discípulos lo hicieron), los lienzos, las sábanas en el suelo. No tiene sentido si no vemos en la jofaina o en la cruz un símbolo de esperanza. No tiene sentido si la luz del cirio pascual no alumbra a un Dios que entrega su vida al servicio de los demás, para que nosotros tengamos vida. Es el sentido de la vigilia, poder alumbrar en un mundo lleno de tinieblas y oscuridades; poder alumbrar en un mundo donde parece que la Buena Noticia no tiene mucho sentido, y que sin embargo para nosotros sí la tiene.
Amigos, tenemos un nuevo reto. Un reto que no es otro que el ejemplo de aquel a quien seguimos y del que nosotros nos sentimos – o eso decimos – orgullosos de hacerlo. Jesús de Nazaret no se ha quedado lavando pies (que también), ni se ha quedado en la cruz como símbolo de derrota; vive y nos acompaña; vive y camina a nuestro lado; vive y comparte nuestras alegrías, ilusiones, esperanzas, amarguras, decepciones….; en definitiva es un Dios de vivos y no de muertos, es un Dios que nos escucha y nos atiende; es un Dios al que el ángel dijo: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?.
Ojalá que sea verdad y que sepamos encontrarle en nuestro caminar de cada día. Por eso es solamente un acto en tres pasos, ¿difíciles, fáciles de dar?
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.
Hasta la próxima. Paco Mira