Nos encontramos en el Vigésimo Primer Domingo del tiempo ordinario del ciclo A. Nos hemos reunido en nombre del Jesús que nos congrega para orar y celebrar la Eucaristía. Estamos aquí porque Dios mismo nos llama y conduce nuestros pasos hacia él y si hemos llegado hasta aquí es porque queremos una vez más reafirmar nuestra fe en Jesús, el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Hoy seguimos escuchando fragmentos de la carta a los romanos. San Pablo expresa su admiración ante la inmensidad de la riqueza, la sabiduría y el conocimiento de Dios. Más que admiración, estas palabras buscan reafirmar que la salvación es un don gratuito de Dios. Que nos llega por medio de Cristo Jesús, y de manera extraordinaria, sorprendente e inesperada.
Jesús hoy nos sorprende con una clara y directa pregunta: ¿quién dicen que soy yo? Pedro tomó la palabra y en nombre de todos dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Luego de esa profesión de fe, Pedro es objeto de una promesa formal por parte de Jesús: “Tú eres Pedro, y sobre esa piedra edificaré mi Iglesia”. Te daré las llaves del reino de los cielos. Esto significa la autoridad y el gobierno de la casa, con poder para atar y desatar.
Estas son las lecturas de este domingo así como el vídeo del evangelio.