Las fechas van avanzando y ya caminamos hacia el segundo domingo de adviento, pero que la coincidencia hace que María se ponga en mitad del camino. Casi sin querer queriendo, nos hace una señal de parada para indicarnos cómo y por qué merece la pena ser signos de esperanza, en un mundo aparentemente negativo, desesperanzado, desilusionado… pero un mundo con ganas, con aliento, con ilusión de que lo que hace puede ser de otra manera y quizás de una manera más feliz.
Pero la vida está llena de sobresaltos, de sustos, de incertidumbres, de dudas… Nos están poniendo los pelos de punta con el cambio climático. Quizás para algunos nos llegue ya un poco tarde; Nos están avisando que la economía puede tener una recesión y hay que estar prevenidos. Y nosotros lejos de ello, actuamos como si no hubiera pasado nada, como si la cosa no fuera con nosotros.
Y es curioso que a María la vida también la llenó de sobresaltos, de dudas… ¡A quien no le asusta – aunque te digan que no temas – cuando te dicen que vas a concebir, dar a luz…..!. Y si eso es en medio de la noche, pues no les cuento más que eso. Pero es que la fe es un continuo sobresalto. Vivimos en un mundo tan cambiante, tan tecnificado… que la reflexión ya no la hace el hombre sino la máquina. Es curioso como Dios, como a María, nos sigue invitando a «quedar preñados» de Jesús, de su mensaje. Un mensaje que todavía sigue teniendo vigencia en un mundo cada vez más secularizado.
El Ángel, a María, le dijo que para Dios nada es imposible, casi como lo cantaba Glenda. Dios hoy, en pleno siglo XXI, sigue haciendo posible lo imposible. Lo que parece que está caduco, viejo (la prima Isabel), lo que no es productivo…. Dios lo hace fértil. Aunque pensemos que ya no tenemos esperanza de volver a tener lo que hemos perdido; aunque pensemos que estamos en un mundo que mira para otro lado, Dios sigue diciendo que para él nada es imposible.
No quiero entrar en el Dogma de este día, pero sí quiero compartir que Dios habita en los sinceros y limpios de corazón. En los Inmaculados, en aquellos que como María se fían, se entregan y se ponen a disposición de Dios. Seguro que María tenía una agenda muy apretada. Seguro que María tenía sus planes hechos, incluso con el propio José, sin embargo ante la llamada de Dios, lo deja todo y se pone a su entera disposición.
Por eso María tiene un corazón puro, limpio, aseado, inmaculado que le lleva a dar testimonio de aquello que siente y ha asimilado sin entender y sin saber por qué a ella. ¡Que grande es la fiesta que celebramos este fin de semana!. ¡Que grande es poder vernos en el rostro de una mujer que se siente feliz por llevar adelante un programa que dura y perdura a lo largo de los siglos.
María es el prototipo de fe. Es el prototipo de lo que Francisco de Asís decía que si es necesario lo digamos con palabras. Ojalá que el ejemplo de María nos ayude a tener un corazón noble, abierto al testimonio de un mensaje que siempre es buena noticia en un mundo al que le hace mucha falta.