Hoy se interrumpe la lectura continua con motivo de la fiesta que conmemora la recuperación de la cruz de las manos de los persas y su devolución a Jerusalén por obra del emperador Heraclio. Pero, más allá de esa evocación histórica, esta fiesta nos invita a preguntarnos qué papel juega la cruz en nuestras vidas.
– La cruz material es discutida como nunca. Es destruida en China y en los países musulmanes. Pero también en los países democráticos se la retira de los lugares públicos, para no ofender a los miembros de otras religiones o porque también a los cristianos nos recuerda una vida y una fe de la que hemos apostatado en la práctica.
– Por otra parte, están las otras cruces. Esas que no aceptamos con serenidad, mientras que las cargamos sin piedad sobre los hombros de los demás. Las cruces de la enfermedad y el desempleo, del hambre y la marginación, del desprecio y el abandono, de la miseria y la guerra, de la violencia y el despojo. La cruz de la fragilidad, que preocupa al Papa Francisco.
El evangelio de hoy nos recuerda la conversación de Jesús con Nicodemo (Jn 3, 13-17). El magistrado judío era un admirador de Jesús y un discípulo clandestino que lo visitaba en el corazón de la noche.
Su saludo es ya una verdadera profesión de fe: “Rabbí, sabemos que has venido de Dios como Maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él”. Jesús le explica su propia misión empleando términos espaciales: Él ha bajado del cielo y al cielo habrá de subir.
Para explicarlo, Jesús evoca la imagen de la serpiente que aparece en el libro de los Números (21, 4-9). Con motivo de una plaga de víboras, Moisés fabricó una serpiente y la hizo colocar en un mástil izado en medio del campamento israelita. Los que volvían sus ojos hacia aquel amuleto se veían libres de las mordeduras de las víboras.
Aquel recuerdo legendario retorna en los labios de Jesús. También él habrá de ser levantado en alto. Para alcanzar la salvación habrá que volver la vista a Jesucristo, levantado en alto sobre la cruz. Mirarle a Él equivale a creer en Él y aceptarlo como Salvador.
Este es el enlace de las lecturas de este día. Y este es el vídeo del evangelio de hoy.
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