El Espíritu Santo llego fuerte e impetuoso a los discípulos reunidos en cenáculo. Pedro se “encaró” con la gente que había acudido a contemplar lo que había ocurrido allí. Lleno del Espíritu el primer Papa habló con autoridad, fuerza y eficacia de Jesús y del Reino de Dios. Y aquel día se convirtieron muchos. La Iglesia comenzaba a vivir y lo hizo deprisa. Nunca un movimiento religioso se había extendido con la celeridad que lo hizo esta Iglesia nuestra en sus primeros años de existencia. Hoy dos mil diecisiete años después descubrimos la misma presencia que nos hace sentir que el Espíritu está en nosotros, ya que seguimos el mandato del Señor Jesús de llevar su Palabra hasta los confines del mundo… Esa es la gran misión
Este es el enlace de las lecturas de este domingo.