LA MANIFESTACIÓN DE LA INOCENCIA.

¡Ay si uno mira hacia atrás: qué inocentes éramos!. Pero en todos los sentidos y en todas las facetas de la vida. Pero más, si cabe, cuando llegaban estas fechas, donde la ilusión, la alegría, la magia, los nervios, las taquicardías no medicalizadas, el acostarse temprano, el miedo al carbón, el portarse mejor que nunca, el madrugar enormemente y no precisamente para ir al cole…. eso era la inocencia de todos los niños y la ilusión, la emoción, el disfrute, la alegría… de unos padres que se hacían pasar por lo que no eran, pero que deseban ser lo que en esos momentos eran.

Hablo en pasado, porque hoy no sé si ya quedan muchos inocentes en estas fechas y es una pena. Pena porque perdemos la magia de unas fechas que nos hacen soñar, vivir en la burbuja de ese sueño que durante todo el año hemos estado deseando. Y no solamente los niños, creo que también los mayores, que llevamos algo de niños o de infancia acumulada, también deseamos en cierta medida.

Hoy nosotros celebramos también a los Reyes; alguien que sigue una estrella, alguien que reconoce al Hijo de Dios en un bebé recien nacido. Dios les cambió la vida, tenían el corazón inquieto, los ojos abiertos y espíritu rápido para ponerse en camino y dejarse sorprender. Hoy celebramos a los Reyes, la Epifanía, la cercanía de Dios con todos. Todos tenemos un sitio a su lado, pero los buscadores son los primeros que lo encuentran, lo reconocen y lo adoran. No nos queda otra que ponernos en camino.

Hoy hay muchas luces que marcan el camino de nuestra vida. Algunas nos traen una felicidad de rebajas. Rebajas que nos pueden cautivar o despistar. Los reyes supieron reconocer la estrella buena. Ellos como grandes buscadores de esperanza nos marcan un camino para la vida. Muchas veces la luz que viene de Dios es tenue, vacilante, parece débil, pero aún a pesar de ello, los Magos supieron reconocerla.

En nuestro mundo hay muchas estrellas buenas. Los que buscan la paz y trabajan por la justicia, por ejemplo. Luces como las que desprenden las iniciativas solidarias en favor de los más empobrecidos y consiguen un mundo mejor; luces que aportan gestos de perdón y reconciliación; luces de trabajo compartido, gratuito, comprometido de infinidad de voluntarios en diferentes campos de trabajo solidario como caritas, por ejemplo; luces comprometidas con la ecología, el comercio justo y el consumo responsable; luces como las de la comunidad cristiana y de la Iglesia, que nos acerca al Señor y nos ayuda a celebrar y crecer en la fe.

Dios nos llama a cada uno de nosotros a ser luz para otros para que puedan llegar a conocerle y dejarse orientar por él. Todos podemos conocer a Dios, que él puede nacer en cada uno de nosotros y nosotros podemos tener una relación única con él. Es necesario salir a buscarle, como los Magos y dejarnos guiar por su luz.

Muchos hemos desenvuelto nuestro regalo, más o menos caro. Pero hay regalos que no se compran ni se venden. Son aquellos que llevamos en el corazón de cada uno de nosotros. Los Magos hicieron una visita. Igual nosotros tenemos alguna visita pendiente con alguien cercano o lejano, pero que también ocupa un lugar en el corazón. Es hora de hacer limpieza en él. Barrer lo que nos sobra y que no necesitamos y que a veces impide que los buenos regalos brillen como se merecen, porque el polvo es el que anida en ellos. Seguro que algún Herodes nos hemos de encontrar en la vida que procurarán desviarnos del camino que nosotros hemos escogido para ir al pesebre donde se encuentra la verdad. Ojalá que los Magos nos ayuden a ver la verdadera estrella.

Hasta la próxima. Paco Mira

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