Siempre he dicho que la Navidad y el tiempo previo a ella (el adviento) me gustaban. Quizás sea una reminiscencia de la juventud. Tenía un abuelo, que a pesar de los 80 años, vivía la navidad con los nietos como si tuviera 30: los preparativos, la colocación del belén, el ir a buscar el árbol a una finca que él tenía, el comprar cada año figuras para el belén para aumentar lo que teníamos, la ilusión de sus majestades, hacía que estas fiestas fueran especiales y lo sigan siendo.
Ahora, con el paso del tiempo, sigo manteniendo o quiero seguir manteniendo esa ilusión que por supuesto ya no es la misma que hace cuarenta años. Pero creo que eso nos pasa a todos. Sin embargo, el adviento nos da pistas para vivir la Navidad de una manera especial. Y lo hace a través de una serie de personajes que son los que marcan el camino hacia la navidad. Personajes que van a ser especiales.
Estos personajes, trasladados al mundo en el que vivimos y de una manera negativa, cuando las cosas no nos salen como queremos podemos decir “no esperaba eso de ti”, sobre cuando nos afecta directamente y nos decepciona. Pasamos, este domingo, el ecuador del adviento, estamos en el domingo de Gaudete, de la alegría. Es el domingo en el que Jesús nos va a decir, “bienaventurado el que no se escandalice de mí”.
Por ello estamos recorriendo el adviento de la mano de una serie de personajes que nos marcan el camino. Isaías, es el profeta de la esperanza en un mundo desesperanzado; un mundo en el que no vemos la salida; un mundo en el que estamos agobiados por la guerra, la economía, los malos augurios… pero Isaías, nos recuerda, como lo hizo con el pueblo de Israel, Estén atentos y esperanzados porque del tronco brotará un renuevo.
Seguimos recorriendo nuestro camino con Juan el Bautista. El hombre bravucón, el hombre rudo y duro, pero que se vestía con piel de camello y se alimentaba de miel silvestre. El hombre que prometía, porque estaba convencido, que la conversión es el camino innegociable para llegar a Jesús de Nazaret. Una conversión a la que se nos invita, a la que se nos recuerda y que además fundamental en nuestra vida de fe.
Seguimos caminando con María. La mujer que, ante las dificultades, se fía, es la del sí a pesar de todo, la que acepta lo que se le avecina aun no teniendo claro que tenga que hacerlo. Es curioso en María: una mujer que tiene su vida resuelta, con su novio José, sus planes de futuro, sin embargo le dice a Dios que se haga en ella según la voluntad del Padre.
Todo esto, en el adviento, lo hemos de vivir con Gaudete, con alegría, porque como dice el propio Jesús “bienaventurado el que no se escandalice de mí”, eso supone que tenemos asumido el mensaje de Jesús y por eso no nos es extraño. Este tercer domingo nos invita a plantearnos qué imagen tenemos hoy de Jesús en medio de todas las calamidades del mundo en el que vivimos.
Es por ello que ante los hemos de este mundo nos podemos preguntar, “eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro” y si la respuesta nos escandaliza es que tenemos una idea equivocada de Dios, o porque sencillamente no queremos ver los signos de Dios en el mundo de hoy, quizás porque no tenemos la paciencia del agricultor que le da tiempo a la semilla para que germine y crezca.
La alegría de la Navidad, la que vivía yo de pequeño y de la que he racionalizado de mayor surge cuando creemos de verdad que Jesús es el que ha de venir y no tenemos que esperar a otro. La alegría surge cuando no nos sentimos defraudados, aunque no entendamos muchas cosas.
Qué bueno es avanzar en la fe siguiendo la estela de los personajes que se nos van marcando en este adviento. A veces compramos calendarios con un deseo para cada día, pero cada semana, tenemos un personaje del que aprender mucho.
Feliz Adviento. Hasta la próxima. Paco Mira