Este 8 de noviembre celebramos el XXXII domingo del tiempo ordinario y ya estamos en la antesala de la finalización del año litúrgico. Se acerca el tiempo de Adviento y la Navidad, pero todo a su tiempo. Vamos a ver qué nos regala la Palabra de Dios este día del Señor.
En el libro de los Reyes –que es nuestra primera lectura de hoy—se narra la historia del profeta Elías y la viuda pobre y que apenas tenía alimento para ella y para su hijo. Pero confió en el hombre de Dios y su alcuza se convirtió en milagrosa. De ella salía toda la harina y todo el aceite necesarios para hacer pan para siempre. Lo poco que tenía se lo dio al profeta y tuvo su premio.
El salmo 145 es el primero de la alabanza a Dios , es el final del Libro de Salterio. Los judíos lo utilizaban como oración de la mañana y nosotros como canto de alabanza al Dios que nos da todo lo que tenemos.
Se continúa, en la segunda lectura, la proclamación de los textos de la Carta a los Hebreos, en la que se hace un extraordinario canto a la condición de Cristo como Sumo sacerdote, como víctima única y como altar divino para el perdón de los pecados. Es nuestro salvador y nuestro intercesor ante Dios Padre.
El Evangelio de Marcos de hoy nos narra la historia maravillosa de la limosna de la viuda pobre. Y este relato enlaza con el de Elías de la primera lectura. Son los pobres más generosos que los ricos, dan todo lo que tienen y luego reciben el gran premio de Dios: el reconocimiento expreso de esa generosidad desde la óptica perfecta de Dios.
Este es el enlace de las lecturas de este domingo. Haz clic aquí. También te dejo el vídeo del evangelio para que lo vean en familia y disfruten.